sábado, 6 de septiembre de 2008

LORD FRAC FERGUSSON

Él era tan frío como la roca, tan misterioso como en universo, solitario como un gato e inteligente como pocos. Su nombre era Lord Frac Fergusson, era un hombre simpático, amable y confiable, claro que lo supe después de conocerlo; fue una larga historia bastante interesante a decir verdad.
Fue hace algún tiempo atrás, no me acuerdo cuanto pero fue hace bastante. Todos los habitantes del pueblo donde yo vivía evitaban mirarle directamente a los ojos, creían que era un ser maldito, que manejaba magia negra y energías malignas. Que equivocados estaban.
Mi madre me había enseñado de pequeño a alejarme de ese extraño sujeto; siempre lo vi desde lejos, vestido con sus largos abrigos negros, sus zapatos y guantes de cuero y su sombrero estilo victoriano, me inspiraba asombro y curiosidad. Yo por mi parte siempre fui un chico bastante normal, buenas notas en el colegio, jugaba al futbol, tenia novia y todas esas cosas que hacen los niños comunes. Hasta que un día de otoño en el mes de junio conocí a Lord Frac, el estaba sentado en un banco en la plaza central del pueblo, tenia los pies cruzados y los brazos sosteniendo un diario que él había comprado minutos antes. Tomé valor y le pregunté:
-Disculpe señor- mientras tartamudeaba y me temblaban los pies por los nervios que tenía- ¿Le molesta si me siento a su lado?
-No, en lo absoluto joven, es libre de hacerlo.
El leía su diario sin interesarle que yo estuviese allí, para romper la tensión tenia que decir algo.
-¿Lindo día no? Le pregunté.
-Oye hijo ¿no deberías estar estudiando o jugando con tus amigos? No quiero que tu madre te regañe, a nadie le cae bien que hables conmigo.
-Qué interesa lo que piensen los demás ¿no?
-Verdad, eso mismo creo yo.
Aparentemente le caí bien, pues desde ese día iniciamos una buena amistad. Descubrí soluciones a misterios que yo ni sabía que existían, retenía cosas en mi mente que eran interesantes, me convertí en un súper hombre. Y fue así durante muchos años.
Pero cierta vez, al ir a su casa como lo hacia habitualmente, descubrí algo que no me agradó. Golpeé su puerta durante algunos minutos, al ver que nadie atendía a mi llamado intente pasar, estaba cerrado; me acordé de que dentro de la maceta que estaba en un rincón en su pórtico había una llave, entré, agarre la llave, abrí la puerta y caminé lentamente para hacer el menor ruido posible, di a parar con la sala principal de la casa, el comedor. Estaba todo bien ordenado, las cortinas impedian el paso de la luz a traves de los cristales, el juego de sillones limpios, la radio apagada, las sillas contra la mesa, como si alguien le hubiese acomodado las casa antes de que Fergusson partiera. Arriba de una pequeña mesa ratona que estaba en el centro de la habitación el abía dejado una pequeña nota dentro de un sobre que tenía mi nombre:
Estimado Joan:
Me apena dejarte así como así, de la noche a la mañana, pero pasó algo que no puedo decirte, tampoco te diré donde estoy, pero te voy a afirmar que nunca volveré, no me alegra decirte esto, pero lo tengo que hacer al fin. Perdón y gracias por todos estos años de buena compañía.
Saludos, Lord Frac Fergusson

Muchas dudas me dejo esa nota ¿Por qué habría de dejarme? y ¿A dónde había ido? Simplemente se envolvía en misterios como siempre. No quedaba otra opción en mi mente más que tratar de averiguar lo que pasó en realidad.
Por algunas semanas mi mente se olvido de Fergusson, como si nunca lo hubiese conocido. Hasta que un día, en la mañana, cuando un recuerdo devolvió a mi mente ráfagas de sabiduría recordé una frase que el decía cotidianamente, algo que nunca tome enserio ni le di la suficiente importancia pero podría serme útil, lo presentía.
Yo contaba con una excelente memoria, la frase era: “El tiempo-espacio lo domina el bien, aunque los humanos le pongan distintos nombres, solo hay un solo ser domínate y está delante de ellos, junto a ellos, pero no se dan cuenta quien es”
Sabias palabras salieron de la boca de un sabio hombre. Fui a la casa de lord Fergusson para ver si encontraba algo que pudiera saciar mi sed de ansia e impaciencia.
Exploré los rincones más recónditos de la casa, desde la terraza hasta el sótano, pero nada. Lo único que me llamo la atención fue que en el comedor había una carta, lo cual fue raro porque cuando revisé la casa anteriormente no estaba.
“El mundo que está en ruinas alguna vez fue victorioso, el verde césped se apoderaba de todo y en el centro de la Tierra parecía que nada pasaría por mucho tiempo. De repente se transformó en lo que es ahora, un infierno, donde tu vives alguna vez fue el paraíso, con la mente brillante que Dios nos dio encontrarás las respuestas para salvar a la Tierra y así podrá descansar la gente que quiere tranquilidad, esa gente que tu buscas, que son igual que tu, ya las encontrarás.”
Eso era lo que decia, en ella encontré palabras que a simple vista no resaltaban pero viéndola detalladamente se hacen visibles, las he remarcado para que ustedes se den cuenta cuales eran:
“El mundo que está en ruinas alguna vez fue victorioso, el verde césped se apoderaba de todo y en el centro de la Tierra parecía que nada pasaría por mucho tiempo. De repente se transformó en lo que es ahora, donde tu vives alguna ves fue el paraíso, con la mente brillante que Dios nos dio encontrarás las respuestas para salvar a la Tierra y así podrá descansar la gente que quiere tranquilidad, esa gente que tu buscas, que son igual que tu, ya las encontrarás.”

“En el centro de tu mente encontraras las respuestas que buscas’’

Así que me senté debajo de un árbol, tome la posición de meditación de Buda y pensé durante horas sobre qué es lo que pasaba, haber qué recuerdo se me pasó por alto. Siempre estuvo delante de mis narices, su frase era la respuesta, el me había puesto a prueba porque él era ese ente que domina el tiempo-espacio, Fergusson era quien realizaba milagros, quien creó la vida y quien puede quitártela, él era lo más grande entre toda la grandeza.
Al descubrir eso abrí los ojos, estaba sentado en un banco en una plaza, vestía un largo abrigo negro, unos guantes de cuero, unos zapatos y un sombrero estilo victoriano, yo era su reemplazo, ahora yo era Dios.
Desearía poder ver a lord Frac Fergusson para darle las gracias por todo lo que él me dio; ahora yo tengo el poder absoluto, por alguna razon no lo puedo encontrar, pero siento que el esta cerca, siento su calor y su grandeza.
Evan

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